Reading Time: 3 minutes Hace muchas décadas, los cristianos afirmaban que deberíamos vivir nuestras vidas sub specie aeternitatis, es decir, a la luz de la eternidad; que debemos pasar nuestros días reflexionando sobre la brevedad de la vida, recordándonos que aquí no tenemos una ciudad eterna, sino que buscamos una cuyo constructor y creador es Dios.