En su obra titulada “Un reformado católico”, William Perkins buscaba dar una “declaración mostrando cuán cerca podemos estar de la Iglesia actual de Roma en varios puntos de religión, y en qué aspectos debemos separarnos de ellos para siempre, con un aviso a todos los simpatizantes de la religión romana, demostrando que dicha religión está en contra de los principios católicos…”
A continuación se presenta lo que Perkins escribe sobre el tema de la intercesión de los santos.
La intercesión de los santos.
Nuestro consentimiento con Roma
Nuestro consentimiento con ellos lo expondré en dos conclusiones.
Conclusión I
Los santos que han partido oran a Dios, dándole gracias por su propia redención y por la redención de toda la Iglesia de Dios en la tierra, Apocalipsis 5:8. Los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero—, versículo 9. y cantaban un cántico nuevo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos: porque fuiste inmolado y nos has redimido para Dios—. versículo 13. Y a toda criatura que está en el cielo—, oí decir: Alabanza, honor, gloria y poder sean dados a aquel que está sentado en el trono y al Cordero por los siglos de los siglos.
Conclusión II
Los santos que han partido oran en general por el estado de toda la Iglesia, Apocalipsis 6:9. Y vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por la palabra de Dios y CLAMABAN, ¿Hasta cuándo, Señor santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra? Por lo cual vemos que desean una liberación final de la Iglesia y la destrucción de sus enemigos; para que ellos mismos con todo el pueblo de Dios puedan ser elevados a la plenitud de la gloria en cuerpo y alma. Sí, las criaturas mudas, Romanos 8:23, se dice que gimen y suspiran, esperando la adopción, es decir, la redención de nuestros cuerpos: mucho más desean lo mismo los santos en el cielo. Y hasta aquí consentimos.
II. La disensión o diferencia con la Iglesia de Roma.
Ellos sostienen y enseñan que los santos en el cielo, como la Virgen María, Pedro, Pablo, etc., interceden ante Dios por personas particulares, según sus diversas necesidades; y que, habiendo recibido las oraciones de personas particulares, las presentan a Dios. Pero esta doctrina la rechazamos rotundamente por estos fundamentos y razones.
Razón I.
Isaías 63:16. La iglesia dice a Dios: “Ciertamente tú eres nuestro padre, aunque Abraham no nos conoce, e Israel no nos reconoce.” Ahora bien, si Abraham no conocía a su posteridad, ni María, ni Pedro, ni ninguno de los santos que han partido nos conocen a nosotros y nuestra situación; y, en consecuencia, no pueden hacer ninguna intercesión particular por nosotros. Si dicen que Abraham y Jacob estaban entonces en el Limbo, el cual consideran una parte del infierno: ¿qué gozo podría tener Lázaro en el seno de Abraham, Lucas 16:25, y con qué consuelo podría decir Jacob en su lecho de muerte: “Oh Señor, he esperado tu salvación,” Génesis 46:18?
Razón II.
2 Reyes 22:20. Hulda la profetisa le dice a Josías que será reunido con sus padres y puesto en su tumba en paz, para que sus ojos no vean todo el mal que Dios traerá sobre este lugar. Por lo tanto, los santos que han partido no ven el estado de la Iglesia en la tierra, mucho menos conocen los pensamientos y oraciones de los hombres. Esta conclusión la confirma ampliamente Agustín.
Razón III.
Ninguna criatura, santo o ángel puede ser mediador por nosotros ante Dios, salvo Cristo solamente, quien es verdaderamente el único abogado de su Iglesia. Pues en un mediador verdadero y suficiente debe haber tres propiedades. En primer lugar, la palabra de Dios debe revelarlo y proponerlo a la Iglesia, para que tengamos la certeza en conciencia de que, orando a él y a Dios en su nombre, seremos escuchados. Ahora bien, no hay ninguna escritura que mencione a los santos o ángeles como mediadores en nuestro favor, salvo a Cristo únicamente. En segundo lugar, un mediador debe ser perfectamente justo, de modo que no se encuentre ningún pecado en él, 1 Juan 2:1. “Si alguno peca, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” Ahora, los santos en el cielo, por muy santificados que sean por Cristo, aún así en sí mismos fueron concebidos y nacidos en pecado; y, por lo tanto, deben permanecer eternamente ante Dios por la mediación y el mérito de otro. En tercer lugar, un mediador debe ser un propiciador, es decir, traer algo a Dios que pueda apaciguar y satisfacer la ira y la justicia de Dios por nuestros pecados: por eso Juan añade, “y él es la propiciación por nuestros pecados.” Pero ni santo ni ángel puede satisfacer por el más mínimo de nuestros pecados: solo Cristo es la propiciación por todos ellos. La Virgen María y el resto de los santos, siendo pecadores, no pudieron satisfacer ni siquiera por ellos mismos.
Razón IV.
El juicio de la iglesia antigua.
Agustín: “Todos los cristianos se encomiendan unos a otros en sus oraciones a Dios. Y aquel que ORA POR TODOS y por quien NADIE ORA, él es ese único y verdadero mediador. Y, Esto dice tu Salvador, no tienes A DONDE ir sino a mí, no tienes CAMINO para ir sino POR MÍ.”
Crisóstomo: “No necesitas PATRONES ante Dios, ni muchos discursos para halagar a otros: sino que, aunque estés solo y sin un patrón, y por ti mismo ores a Dios, obtendrás tu deseo. Y sobre lo dicho por Juan, Si alguno peca, etc. Tus oraciones no tienen efecto a menos que sean tales como EL SEÑOR RECOMIENDA a tu Padre. Y Agustín sobre el mismo lugar tiene estas palabras, Él siendo tal hombre no dijo, tenéis un Abogado, sino si alguno peca tenemos: no dijo tenéis, ni dijo, ME TENÉIS A MÍ.”
III. Objeciones de los Papistas Respondidas.
Objeción I.
Apocalipsis 5:8, 9. Los veinticuatro ancianos se postran delante del Cordero, teniendo cada uno arpas y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. De esto los papistas deducen que los santos en el cielo reciben las oraciones de los hombres en la tierra y las ofrecen al Padre.
Respuesta. Por oraciones de los santos se entienden sus propias oraciones, en las cuales cantan alabanzas a Dios y al Cordero, como los versículos siguientes declaran claramente. Y estas oraciones también son presentadas a Dios solamente de la mano del ángel, que es Cristo mismo.
Objeción II.
Lucas 16:27. El rico en el infierno ora por sus hermanos en la tierra, con mayor razón los santos en el cielo oran por nosotros.
Respuesta. De una parábola no se puede deducir nada que no sea acorde con la intención y el propósito de la misma: pues por la misma razón se podría deducir que el alma del rico en el infierno tenía una lengua. Además, si fuera cierto lo que ellos deducen, también podríamos deducir que los malvados en el infierno tienen compasión y amor por sus hermanos en la tierra, y un celo por la gloria de Dios: todo lo cual es falso.
Objeción III
Los ángeles en el cielo conocen el estado de cada hombre: saben cuándo algún pecador se arrepiente y se regocijan por ello y oran por personas en particular; por lo tanto, los santos en el cielo hacen lo mismo, porque son iguales a los buenos ángeles, Lucas 20:36.
Respuesta. El pasaje en Lucas debe entenderse respecto al estado de los hombres santos en el día del juicio final, como aparece en Mateo 22:30, donde se dice que los siervos de Dios en la resurrección son como los ángeles en el cielo. En segundo lugar, ellos son como los ángeles no en oficio y ministerio, por los cuales los ángeles son espíritus ministradores para el bien de los hombres, sino que son como ellos en gloria.
En segundo lugar, disentimos de los papistas porque no se contentan con decir que los santos difuntos oran por nosotros en particular; sino que además añaden que interceden por nosotros por sus méritos en el cielo. Ahora, los jesuitas niegan esto, pero escuchen a Lombardo: “Pienso (dice él, hablando de uno que es de escasa bondad) que él, como quien pasa por el fuego, será salvado por los MÉRITOS e intercesiones de la Iglesia celestial; la cual siempre intercede por los fieles mediante petición y mérito, hasta que Cristo sea completo en sus miembros.” Y el Catecismo Romano dice lo mismo: “Los santos deben ser tanto más adorados e invocados; porque hacen oraciones diarias por la salvación de los hombres: y Dios, por sus méritos y favores, nos concede muchos beneficios.” No negamos que los hombres en la tierra reciban ayuda y beneficio por la fe y piedad que los santos difuntos mostraron cuando estaban en esta vida. Porque Dios muestra misericordia a los que guardan sus mandamientos hasta mil generaciones. Y Agustín dice que fue bueno para los judíos que fueran amados por Moisés, a quien Dios amaba. Pero negamos rotundamente que seamos ayudados por los méritos de los santos, ya sea vivos o difuntos. Porque los santos en gloria han recibido la recompensa completa de todos sus méritos, si es que pudieran merecer algo; y por lo tanto, no hay nada más que puedan merecer.