Posiblemente algunos no llegarán al final de este escrito y sacarán conclusiones que no proceden. Para evitar tal efecto, dejaré algunas ideas claras: a) No soy cesacionista, ya he hablado de esto con anterioridad en otras ocasiones, mi posición es ‘abierto pero cauteloso’, es decir, creo que el Señor de forma soberana, buena y para gloria de Él puede obrar milagros o alguna obra carismática (entiéndase aquí, los dones) en la iglesia, afirmar esto no me lleva a concluir que todo cuánto dice ser una obra del Espíritu lo sea, más bien aquello debe ser probado por las Escrituras; b) No estoy defendiendo una postura soteriológica o al evento que haré aquí mención. Dicho esto, quiero entrar al asunto.
Del 18 al 23 de Octubre del 2021, se está llevando a cabo una conferencia por parte del Seminario Reformado Latinoamericano, titulada “La Plenitud del Espíritu Santo”, en la cual han participado diferentes expositores. Como es de esperarse, este tipo de eventos genera opiniones a favor y en contra, lo cual hasta cierto punto es válido. No obstante, hay opiniones que van más allá de diferir o estar de acuerdo, al punto de que unos a otros se acusan de herejes, de falsos hermanos, falsos ministros, etc. Nada nuevo en Internet. Y es que el debate ‘calvinismo-arminianismo’, ‘cesacionismo-continuismo’, lleva muchas décadas, al grado de que los argumentos se degradan a insultos y la filiación en Cristo se ha dejado de lado. Nos hemos enfocado en denigrar al otro ‘bando’. Pero al final del día ¿quién gana?
En relación a este evento, algunos afirman que estos ‘falsos’ no deberían hablar del Espíritu Santo porque ellos no creen en Él. Los del otro lado dicen, son ustedes los que no lo entienden y por eso hacen desordenes. Y así las acusaciones van de lado a lado. Ante este panorama, surgen dos preguntas: ¿Quién tiene la razón? y ¿Qué hacemos con estos temas?
¿Quién tiene la razón? Ciertamente ambas partes se adjudicarán la razón y marginarán en el error a la otra parte. Una actitud que, en vez de ayudar al cuerpo de Cristo, lo que hace es debilitarnos. Es cierto, son temas discutidos desde la academia hasta el púlpito, pero ¿por qué no razonar entre nosotros, partiendo desde las Escrituras y con amor a nuestro hermano? Porque ciertamente, aunque sea cesacionista o continuista, el tal, es mi hermano en Cristo. Por otro lado, ¿qué hacemos con estos temas?, es decir, ¿los evitamos, no los hablamos o los discutimos? Hablémoslos con calma, con sabiduría de Dios y con gracia. Quizá estoy pidiendo mucho, pero permítanme esta utopía.
Durante los próximos meses o años (si Dios permite), habrá eventos cristianos ya sea desde una perspectiva arminiana o no, cesacionista o no, y podemos tratar lo que ahí se dice/hace, con argumentos lógicos, bíblicos y con una actitud mansa y firme. No sigamos imitando a aquellos que se lucran o pululan su imagen, con estos ‘debates’ en las redes sociales, utilizando improperios, palabras maldicientes e incluso descalificando a lo más bajo, a un hermano en el Señor.
Si, señalemos aquello que está fuera de orden o sentido, pero no ‘botemos al bebé con el agua sucia’. Tanto de un lado como del otro, hay muchas cosas por mejorar, por crecer, por alcanzar…por lo tanto miremos a Cristo Jesús, como hermanos, redimidos por su sangre.
Vivamos “con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor, esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también vosotros fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.” (Efesios 4:2-6)