Estos días he estado leyendo un poco sobre los judaizantes, y de cómo en la época apostólica, distorsionaron el mensaje de Jesucristo. Los judaizantes exigían que los cristianos gentiles debían someterse a la circuncisión y a las regulaciones de la Ley. Para ellos, la salvación consistía, en la obra de Jesucristo más las obras de la ley.
Leemos en Hechos 15: 1, lo siguiente:
Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.
El partido de la circuncisión, estaba abiertamente interesado en obligar a los cristianos no judíos a observar las costumbres judías, y las costumbres más destacadas son aquellas que separan claramente a los judíos de la cultura circundante: a menudo la circuncisión, aunque también las observancias del calendario (por ejemplo, el sábado) y las leyes alimenticias parece que están en la agenda también.
Alguien podría preguntarse, ¿qué tiene que ver esto con nosotros actualmente? ¿no se trata un asunto irrelevante? La verdad es que no, tiene mucha relevancia.
Tal como lo expresa Justin S. Holcomb, en su libro “Know the Heretics”, hay algunos principios que los cristianos del siglo XXI debemos considerar:
“La enseñanza de los judaizantes obligó a Pablo a explicar más precisamente cómo somos salvos por Jesús. Dios no nos exige que cumplamos ciertos mandatos para restablecer nuestra conexión con él. De hecho, nos llama a cumplir sus órdenes como sus hijos, sirvientes y criaturas, pero nuestra obediencia no resuelve el problema de estar separados de Dios. De hecho, como la obediencia puede convertirse en un punto de orgullo, hacer el bien puede ser perjudicial, a veces debemos arrepentirnos de nuestras virtudes y de nuestros vicios. En cambio, es el hecho de que Dios declara que somos personas elegidas o nuevas creaciones es lo que tiene el peso final, ya que su palabra triunfa sobre todas las demás.
La gracia solo por la fe, sin otras calificaciones, es una razón central por la cual Martín Lutero estuvo en desacuerdo con la Iglesia Católica Romana de su época, cuyo énfasis en responder correctamente a Dios en acciones amenazó con llevar a los creyentes a la desesperación. Si bien el tema puede ser sobre enfatizado por la negligencia de otras enseñanzas del Nuevo Testamento, nunca debe perderse el carácter centrado en la gracia del evangelio. Este tema fue sobre judíos y gentiles en el primer siglo, pero el meollo del problema fue algo más fundamental: tendemos a priorizar lo que hacemos (obras) sobre lo que Dios ha hecho (gracia).
Así, mientras que el apóstol Pablo puso fin a la herejía de los judaizantes en el primer siglo, las ideas de los judaizantes todavía impregnan la iglesia de hoy. Los problemas ya no son la circuncisión o la impureza ceremonial, pero la cuestión de cómo se relaciona la ley con la salvación sigue siendo algo de lo que muchos cristianos siguen confundidos. ¿Cómo están conectadas nuestras acciones a nuestra salvación? La exhortación de Pablo a los judaizantes sigue siendo tan importante como siempre. No es por obras que somos salvos, sino únicamente por la gracia de Cristo. De hecho, agregar algo a la obra de Cristo para la salvación niega la gracia de Dios. Pablo dice: “Yo no anulo la gracia de Dios; porque si la justificación fuera por la ley, entonces Cristo murió sin ningún propósito”(Gálatas 2:21). Esto significa que el evangelio es para todos, no solo para aquellos que vivieron de acuerdo con las reglas: “Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” (Rom. 10:12 – 13).”
Claramente, somos salvos por gracia, sin embargo esta salvación efectuada por Dios en nosotros, nos conduce a una nueva vida, cuyo fin es vivir para Aquel que nos ha salvado.
Buenas tardes Hermano Kenson,
Estoy totalmente de acuerdo, esa gracia tan maravillosa e inmerecida que recibimos que nos trae salvación eterna por medio la fe, es la que nos impulsa y nos motiva a realizar buenas obras, pero no como para “ayudar” a ganar o retener la salvación, sino por el amor y el Espíritu que ahora mora en nosotros.
Feliz día.