Justino, nació en Palestina, específicamente en Flavia Neápolis. Esta ciudad estaba ubicada en lo que antes se conoció como Siquem, una importante ciudad canaanita. Bajo el emperador romano Vespasiano, la ciudad es llamada “Flavia Neápolis”, un lugar muy próspero debido a su posición estratégica y a la abundancia de manantiales cercanos. Luego, es llamada Julia Neapolis, o simplemente Neapolis (significado:”Nueva ciudad”). Actualmente es llamada Nablus.
Es en este lugar donde Justino crece, bajo la influencia de padres paganos. Posiblemente fue “un ciudadano acomodado, fiel al sistema, desligado de las viejas tradiciones; de espíritu abierto, emprendedor y cosmopolita, pero también hombre de gran probidad”
Justino, fue alguien que buscaba la verdad, de tal modo que intentó encontrarla en diferentes escuelas filosóficas de aquel entonces:
– Estoicismo
– Peripatetismo
– Pitagorismo
– Platonismo
Siendo ésta última escuela de gran influencia en el desarrollo de su teología.
Pero tras mucho tiempo, la búsqueda de la verdad le llevó al cristianismo.
“La sincera búsqueda de la verdad y la oración humilde le llevaron finalmente a abrazar la fe de Cristo: «Porque también yo, al darme cuenta que los malvados demonios habían echado un velo a las divinas enseñanzas de Cristo con el fin de apartar de ellas a los otros hombres, desprecié lo mismo a quienes tales calumnias propalaban que el velo de los demonios y la opinión del vulgo. Yo confieso que mis oraciones y mis esfuerzos todos tienen por blanco mostrarme cristiano» (Apologías. 2,13). Después de su conversión, que probablemente tuvo lugar en Efeso, dedicó su vida toda a la defensa de la fe cristiana.”
Su método de enseñanza fue principalmente el alegórico-tipológico, que era muy utilizado en el judaísmo. Este método le llevo a hacer estudios exhaustivos en las Escrituras, para encontrar alegorías, tipos o paralelismo entre el Antiguo y Nuevo Testamento.
Sus obras más destacadas son:
–Apologías
–El diálogo con Trifón
En cuanto a su muerte se nos dice que, “entre el año 163-167 D.C, siendo Rústico prefecto de Roma, lo detuvieron con otros seis cristianos. Como lo consideraban hombre “sensato e instruido” fue él quien, durante el interrogatorio, sirvió de portavoz a sus hermanos prisioneros. Todos rehusaron categóricamente obedecer al juez, el cual les pedía renegar de Cristo, el Salvador. Justino declaro que, tras estudiar y examinar atentamente la doctrina cristiana, había reconocido en ella la verdad. Por eso quería mantenerse fiel “incluso aunque esta verdad no convenga a las gentes cegadas por el error”.
Confesó su fe inquebrantable en la resurrección y el juicio e, impávido, escuchó, al igual que sus compañeros, la sentencia pronunciada contra ellos: “No habiendo querido hacer sacrificios a los dioses ni acatar las órdenes del emperador, será azotados según la Ley y conducidos al lugar de la ejecución para ser decapitados”.
Ese fue el final de Justino, sin embargo, casi todos los padres de la Iglesia, consciente o inconscientemente, siguen la senda abierta por él.
Bibliografía:
M. Litfin, Bryan (2016).Getting to Know the Church Fathers, 2nd Edition: An Evangelical Introduction. Baker Academic
Ropero, A. (Ed.). (2004). Lo mejor de Los Padres Apostólicos. Viladecavalls: Editorial CLIE.