El apóstol Pablo, como un buen pastor se sorprende y duele ante todo aquello que menoscaba la gloria del evangelio de Jesucristo. Uno de esos desafíos en el ministerio de Pablo, fue lo ocurrido en las iglesias de Galacia, quienes seducidos por judaizantes estaban abandonando el evangelio. Los Gálatas estaban apostatando.
Al respecto, escribe Juan Crisóstomo:
“Como los judíos que perseguían a Cristo, imaginaban que su observancia de la ley era aceptable para el Padre, y por lo tanto, él muestra que al hacer esto desagradaron no solo a Cristo, sino también al Padre, porque por eso se apartaron no solo de Cristo, pero también del Padre. Así como el antiguo pacto no fue dado solo por el Padre, sino también por el Hijo, así el pacto de gracia procedió del Padre tanto como del Hijo, y cada acto de ellos es común: “Todo lo que el Padre tiene es mío. ” (Juan 15:16.) Al decir que se habían apartado del Padre, les presenta una doble acusación, de apostasía y de apostasía inmediata. El extremo opuesto, una apostasía tardía, también es reprochable, pero el que se desmorona al primer comienzo, y en la misma escaramuza, muestra un ejemplo de la cobardía más extrema, de lo cual mismo los acusa también diciendo: “¿Cómo es esto? ¿Que tus seductores ni siquiera necesitan tiempo para sus diseños, pero los primeros acercamientos son suficientes para tu derrocamiento y captura? ¿Y qué excusa tienes? Si esto es un crimen entre amigos, y el que abandona a viejos y útiles socios ha de ser condenado, considere qué castigo es detestable para el que se rebela contra Dios que lo llamó “. Dice: “Me maravillo”, no sólo a modo de reprensión, de que después de tal generosidad, tal remisión de sus pecados, tal bondad desbordante, hubieran abandonado al yugo de la servidumbre, sino también para mostrar que la opinión que había tenido de ellos era favorable y exaltado. Porque, si los hubiera clasificado entre las personas ordinarias y fáciles de engañar, no se habría sorprendido. “Pero como tú”, dice, “eres de la clase noble y has sufrido, mucho, me maravilla”. Seguramente esto fue suficiente para recuperarse y llevarlos de regreso a sus primeras expresiones. También lo alude en medio de la Epístola: “¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano”. (Gálatas 3:4) “Estáis quitando”; no dice, “habéis sido removidos”, es decir, “no creeré ni supondré que vuestra seducción sea completa”; este es el lenguaje de quien está a punto de recuperarlos, que más adelante expresa aún más claramente con las palabras: “Yo por mi parte confío en el Señor que ustedes no pensarán de otra manera”. (Gálatas 5:10.)”[1]
Para Pablo, esta noticia es muy impactante, por la solicitud y apertura hacia el engaño como también por la falta de raíces de los Gálatas. Hay que admitir, que esto sigue pasando hoy en día, muchos cristianos son engañados por falsos evangelios, porque desconocen el verdadero. Pero quiera el Señor que podamos ver hacia lo verdadero y lo puro.
[1] Commentary on the Epistle of St. Paul to the Galatians, John Chrysostom, Chp. 1