¿Cómo inicias tu día? ¿Revisando las redes sociales? ¿Quejándote o murmurando de las labores o tareas que tienes que realizar?
Personalmente he estado considerando este asunto con mayor seriedad, y he empezado a hacer algunos cambios al respecto. Quienes han sido de mucha inspiración, han sido algunos escritos de los puritanos. Estos hombres falibles al igual que nosotros, tenían claro que iniciar el día de la manera correcta, era clave para el desarrollo del mismo. Veamos las indicaciones que Henry Scudder y Richard Baxter nos dan respecto a cómo podríamos iniciar el día.
Henry Scudder escribe lo siguiente:
“En el instante que despierte deje que su corazón se eleve a Dios con agradecido reconocimiento de su misericordia hacia usted. Porque es Él, el que reparte a su amado el sueño; quien lo guarda tanto en el alma y el cuerpo mientras duerme; quién renueva Sus misericordias cada mañana.
En el tiempo transcurrido entre su despertar y levantarse, sería útil pensar en ideas como estas:
“Tengo que despertar del sueño del pecado, a la justicia, así como del sueño del cuerpo, a la labor de mi vocación”. “La noche está avanzada, y el día está a la mano, yo, por lo tanto debo desechar las obras de las tinieblas, y ponerme la armadura de Dios. Tengo que caminar honestamente como en el día”.
Fue uno de los dulces pensamientos de David (hablando a Dios) “Cuando me despierto, voy a estar satisfecho con tu semejanza”.
Richard Baxter añade:
“Haz que Dios tenga tus primeros pensamientos al despertarte; levantad vuestros corazones a Él de manera reverente y con acción de gracias por el descanso disfrutado la noche anterior y entregaos vosotros mismos a Él por el día que continúa.
Familiarízate de manera tan consistente con esto que tu conciencia pueda inspeccionar cuando los pensamientos comunes se entrometan de primeros. Piensa en la misericordia del descanso de una noche y de cuántos han pasado esa noche en el Infierno; cuántos en prisión; cuántos en alojamientos fríos y duros; cuántos sufriendo de dolores y enfermedades agonizantes, cansados de sus lechos y de sus vidas.
Piensa en cuántas almas fueron llamadas de sus cuerpos esa noche para aparecer aterrados ante Dios y, ¡piensa en cuán rápidamente pasan los días y las noches! ¡Con cuánta rapidez se fue tu noche pasada y vendrá tu día de mañana! Pon atención de aquello que le está faltando a tu alma en preparación para tal tiempo y búscalo sin demora.”
Esto suena muy bien ¿no? Pero ¿cómo lo llevamos a la práctica? Quiero comentarte como yo lo estoy realizando, tu puedes hacerlo de otra manera:
- Reflexionar en que un nuevo día ha comenzado y la gran misericordia de Dios.
- Lectura de una porción de los Salmos.
- Meditar en lo que he leído.
- Tratar de resumir lo leído en una idea.
- Orar.
Suena muy sencillo, sin embargo los beneficios son enormes. Esto debe realizarse con devoción, no con superstición. Quiero decir que no pensemos que el hacer estos devocionales o iniciar el día en la Escritura, son el fin, más bien, son un medio de crecer en nuestra comunión con el Señor