Leyendo un poco sobre los sabios (magos) que visitaron a Jesús, encontré el siguiente comentario que puede ser útil. Notemos aquí, que se nos muestra algo muy interesante: Jesucristo es adorado por gentiles prominentes (los sabios) y marginados (los pastores de ovejas). Lo que nos muestra este relato -entre otras cosas- es que Jesús es Dios.
“Los “sabios” (Gr. Magoi [TG3097, ZG3407]) no eran reyes sino más bien sacerdotes profesionales muy prominentes involucrados en el estudio de las estrellas y discernir las señales de los tiempos. Pueden haber venido de Arabia, Babilonia o Persia. Quizás haya conexiones históricas entre ellos y los “caldeos” mencionados en Dan 1:20; 2: 2; 4: 7; 5: 7, que eran expertos en la interpretación de los sueños. Cómo estos hombres llegaron a interpretar la estrella como una indicación del nacimiento del Mesías es un misterio, aunque algunos especulan que de alguna manera estaban al tanto de la profecía de Balaam en Números 24:17. Mateo incluye este incidente para contrastar la misteriosa visión de los sabios con la increíble obtusión de Herodes y los líderes religiosos.
En la adoración encontramos una alta cristología: si “adorar” implica solo arrodillarse ante un superior, “inclinarse” es redundante. Su adoración fue seguida por la apertura de sus “tesoros” (cf. 6: 19-21; 19:21) y dar a Jesús regalos apropiados para un rey: oro, incienso (Éxodo 30: 34-38; Lev 2: 1-2 , 14-16; 6: 14-18; 24: 7; Neh 13: 5, 9; Isa 60: 6; Jer 6:20) y mirra (Génesis 37:25; Éxodo 30:23; Est. 2:12 ; Sal 45: 8; Canción 1:13; 3: 6; Marcos 15:23; Juan 19:39). El incienso y la mirra eran resinas de goma aromática derivadas de árboles y arbustos e importadas del este. Los comentaristas desde Orígenes hasta Hendriksen (1973: 171-176) han encontrado un significado simbólico en estos regalos, oro para un rey, incienso para la deidad y mirra para la muerte (Davies y Allison 1988: 249-250). Lo más probable es que 2:11 alude a pasajes del AT como Salmos 72: 10-12; 110: 3; e Isa 60: 6. Salomón recibió obsequios de visitantes gentiles y los profetas previeron días gloriosos en que el tributo gentil sería llevado a Sión.[1]
[1] Tomado de Turner, L. David, “The Gospel of Matthew”, Conerstone Biblical Commentary, Tyndale, 2005