¡Cuán bienaventurados son los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan! (Sal. 119:2 LBLA)
El salmo 119 inicia con la palabra bienaventurado y el segundo versículo también inicia con esta palabra. Esta repetición del autor pareciera tener la intención de grabar en el corazón de los lectores, la idea de que, si guardamos, amamos y vivimos la ley del Señor seremos bienaventurados.
De hecho, el versículo 2 dice que son dichosos los que guardan los testimonios de Dios. Esto nos lleva a considerar dos preguntas ¿qué son los testimonios? y ¿qué significa guardarlos?
Los testimonios de Dios
Thomas Manton escribe que por testimonio debemos entender “la palabra de Dios es el testimonio, expresada en doctrinas, mandamientos, ejemplos, advertencias y promesas. Toda la palabra es el testimonio que Dios ha puesto para mostrar al mundo el camino de su salvación.” [1]
En términos más claros, los testimonios de Dios es la Escritura misma. El Antiguo y el Nuevo Testamento, son los que nos muestran al Dios que ha dado a Su Hijo en propiciación del pecado, para gloria de Su Nombre. Ésta revelación específica es la que ha mostrado el camino a cientos de hombres y mujeres al reino de Dios. Manton escribe: “Dios no nos dejaría en la oscuridad en los asuntos que conciernen al servicio de Dios y la salvación del hombre. Él nos ha dado su testimonio, nos ha revelado su mente, lo que aprueba y lo que él rechaza, y sobre qué términos él aceptará de los pecadores en Cristo.“
¡Gloria a Dios por sus testimonios! ¡Gloria a Dios por Su Palabra!
Es por las Escrituras que conocemos a Dios, su salvación, sus decretos, su amor, su gracia, su misericordia, Su Hijo, Su Espíritu y aún a nosotros mismos.
Con mucha razón el escritor dice “Bienaventurados los que guardan sus testimonios”.
Guardar los testimonios de Dios
La bienaventuranza está condicionada a dos aspectos: a) guardar los testimonios y b) buscar a Dios con todo el corazón. Veamos la primera condición.
¿Qué significa guardar los testimonios de Dios? Significa darles suma importancia en nuestras vidas, de modo que se vuelven un tesoro invaluable para nuestro diario vivir. Es un tesoro pero no uno enterrado sino uno del cual compartimos con el mundo y el cual no se agota.
Manton escribe “guardar es una palabra que se relaciona con un cargo que se nos ha confiado. Cristo nos ha confiado sus testimonios como una carga y un privilegio, debemos ser cuidadosos“
Guardar los testimonios, involucra voluntad, mente y afectos. Guardar los testimonios de Dios en nuestra mente, no implica únicamente entender o racionalizar Su Palabra, sino que debemos vivir de acuerdo a lo que ella nos dice sobre Dios y nosotros mismos. Cuanto más conocemos los testimonios de Dios, más queremos guardarlos en nuestra vidas. Atesoramos su sabiduría y poder más que a gemas, diamantes y oro, o cualquier otra cosa. Queremos vivir en Sus testimonios.
Manton escribe con claridad: “No basta con entender la palabra, para poder hablar y disputar sobre los testimonios de Dios, sino para guardarlos. No es suficiente con afirmar que son leyes de Dios, sino que deben ser obedecidas.“
Seremos bienaventurados si atesoramos las Escrituras y las guardamos. Jesús dijo al respecto: “Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.” (Juan 14:23)
[1] Manton, Thomas. The Works of Thomas Manton, Vol. VI, Sermon II