“… y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos” [Mateo 16:19]
Se ha dicho de este texto que el creyente puede atar demonios y desatar bendiciones. Esa perspectiva nace en la “segunda ola” del movimiento neopentecostal, en la cual la cartografía espiritual y la guerra espiritual se volvió muy popular.
Sin embargo, si nos detenemos a leer el texto, nos damos cuenta -sorpresivamente- que no está hablando de atar demonios o cosas semejantes. Por el contexto, podemos entender que cuando se habla de “atar y desatar” se refiere a una ilustración de cómo el perdón de Dios se hace efectivo a través de la predicación del evangelio.
“Quienes reciben el evangelio son desatados de sus pecados para poder entrar por la puerta abierta del reino mientras que quienes lo rechazan siguen atados en ellos, lo cual les impedirá entrar a él”[1]
En un contexto más amplio, Pedro actúa como un embajador de Cristo, al igual que todo creyente para llevar las buenas nuevas, quién rechaza dicho mensaje queda atado a su pecado, quien lo recibe es desatado del pecado. Craig Keener comenta al respecto:
“La autoridad pertenece no solo a Pedro (v. 19) sino a todos los que comparten su proclamación de la identidad de Jesús (18:18). El reino de los cielos aquí contrasta notablemente con los poderes del Hades, o “Seol”, el reino de los muertos que se cree que yace debajo de la tierra (16:18; compárese con Heb 2:14; Ap. 1:18). Las llaves abrían puertas o portones cerrados, pero el portar las llaves simbolizaba especialmente la autoridad de la persona que las llevaba. Quien llevaba las llaves de un palacio real era el mayordomo, como en Isaías 22:22 y Apocalipsis 3: 7. Los supervisores tenían las llaves de las cortes del templo entre los contemporáneos de Jesús (como en ARN 7, §21B), y en la tradición judía los ángeles prominentes llevaban ciertas llaves(por ejemplo, 3 Baruch 1: 2; compárese con B. Ta˓anit 2a).
Por tanto, Pedro actúa así como “primer ministro” para el reino (ver Brown, Donfried y Reumann 1973: 96–97) o tal vez como un “gran rabino” haciendo decisiones halájicas basadas en las enseñanzas de Jesús (Meier en Brown y Meier 1983: 67 ), él claramente actúa con suficiente autoridad delegada (compárese con Hechos 10:44; Gálatas 2: 7). Mientras que la élite religiosa de Israel estaba excluyendo a las personas del reino (23:13; compárese con Lc 11:52), aquellos que confesaron la identidad de Jesús junto con Pedro estaban autorizados a llevar a las personas al reino de Dios.
Los académicos han propuesto muchas interpretaciones de “atar y desatar”, pero en los textos judíos estos términos podrían referirse a la autoridad para interpretar la ley, por lo tanto, para evaluar la fidelidad de los individuos a la ley como en 18:18 .
Por lo tanto, Pedro debe aceptar en la iglesia solo a aquellos que comparten su confesión de la verdadera identidad de Jesús (16:16). Por supuesto, la iglesia debe emular la práctica de Jesús de dar la bienvenida a los inconversos (9:10), pero esto no es lo mismo que actuar como si todos los que vinieran fueran verdaderos discípulos de Cristo, independientemente de su compromiso. Hoy en día, algunas iglesias admiten miembros no convertidos y no llevan el mensaje de la identidad de Jesús a los no convertidos fuera de sus muros. El peligro de construir una iglesia en aquellos que no están comprometidos con las agenda de Cristo es que con el tiempo la iglesia reflejará más los valores del mundo que los de Cristo; esta fue una forma en que algunas iglesias originalmente abolicionistas se comprometieron con el comercio de esclavos (Usry y Keener 1996: 102-5).” [2]
Por lo tanto, nos damos cuenta que el texto no tiene que ver con atar demonios o desatarlos, mucho menos con atar o desatar bendiciones. Hay que tener cuidado con lo que escuchamos y reflexionar en lo que el texto nos muestra.
[1]Michael Wilkins.:Mateo: Comentario Bíblico con Aplicación.:Editorial Vida
[2] Keener, Craig S.: Matthew. Downers Grove, Ill. : InterVarsity Press, 1997 (The IVP New Testament Commentary Series 1), S. Mt 16.19