Las redes sociales, han abierto espacio para que muchos podamos hablar del evangelio, de Jesús y por que no decir de toda una amplia gama de temas teológicos. Puedes encontrar centenares de personas o “ministerios online” compartiendo reflexiones bíblicas, predicaciones, etc., y esto en cierta manera es bueno no obstante ocurre un problema muy delicado, y es que muchas de estas personas son maestros neófitos.
Es posible que pienses que la expresión “maestro neófito” parece absurda porque un maestro no puede ser un neófito, y en verdad esa es mi intención, con el absurdo poder enfatizar el problema de que hayan personas que quieran enseñar a otros cuando posiblemente ellos no tienen un entendimiento muy claro de un asunto. No sólo se multiplica el error, sino también el envanecimiento.
El apóstol Pablo, escribe que aquel que anhela participar del ministerio cristiano, no debe ser un “un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo” (1 Ti 3.6). Es crucial que aquellos que enseñan la Palabra no sean principiantes por dos evidentes razones: a) no saben de lo que hablan, imagina que un maestro o ministro quiera enseñar sobre la doctrina de la Trinidad sin conocimiento alguno, es muy posible que sin darse cuenta llegue a enseñar alguna herejía antigua como el modalismo o el monarquismo; b) se evanecen con poco conocimiento, aquellos que se atreven a enseñar tomando como base un poco de conocimiento, llegan a sostener que tal conocimiento es lo más completo y lo verdadero. Es interesante notar, que la palabra “neófito” [Gr. νεόφυτος] puede traducirse como “planta nueva”. En ese sentido, podemos decir que aquellos que está comenzando a comprender los fundamentos de la fe cristiana, no deberían ser maestros o ministros. Evidentemente Pablo, está señalando un asunto de dos caras: conocimiento y madurez.
Escribe Philip H. Towner: “La razón no es la falta de potencial de liderazgo, sino la falta de madurez espiritual. Es más probable que el nuevo creyente vea esa posición de liderazgo como una oportunidad para el avance personal y no comprenda la gravedad de la tarea. El sentido de esta condición está bien ilustrado en la iglesia moderna, que ha visto a muchos conversos recientes que, debido a una posición influyente o fama en el mundo, son empujados a puestos de liderazgo de la iglesia que apenas están listos para ocupar.“[1]
Por lo tanto un neófito, al carecer de la madurez y el conocimiento, es posible que busque cosas tan triviales como la popularidad, o como se diría en la jerga de las redes sociales, la viralización. Aceptemos esta cruda realidad, muchos de los que están enseñando en las redes sociales son neófitos que están buscando fama, likes y en algunos casos un poco de dinero fácil, pero en su transitar están dejando un rastro de confusión, dudas y vanagloria.
Entonces ¿qué podemos hacer? Si estamos compartiendo contenido cristiano o teológico en las redes sociales, simplemente no hablemos de lo que no entendemos, investiguemos sobre el asunto del cual vamos hablar y mantengamos siempre una actitud abierta a la corrección y el aprendizaje continuo. Olvidemos la viralización y centremos nuestro enfoque en la verdad.
Si somos usuarios que consumimos este contenido, siempre evaluemos a la luz de las Escrituras, siendo críticos y analíticos y no decir “amén” a todo lo que vemos.
[1] Towner, P. (1994). Vol. 14: 1-2 Timothy & Titus. The IVP New Testament commentary series (1 Ti 3.6). Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press.