El regreso de Jesús, es uno de los temas que con frecuencia es de interés a creyentes y no creyentes. En esta época tan caótica, este tema toma mayor devoción, curiosidad e investigación. La esperanza del regreso de Cristo Jesús, para los cristianos, es nuestra esperanza bienaventurada, nos gozamos en ello, porque fiel es el que ha prometido.
Sin embargo, con este auge de interés, surgen estudios o ideas que más que acercarnos a las Escrituras, nos alejan de ella.
El sensacionalismo, el alarmismo y la búsqueda de ‘respuestas fáciles’, hace que muchos lleguen a promover y a afirmar asuntos erróneos. En ese sentido, recientemente, leía una publicación sobre la parábola de las diez vírgenes, en la cual se afirmaba que ‘aquellos que no tuviesen la unción del Espíritu Santo, se quedarían sin acceso a la salvación’. Si bien es cierto, esta idea ya ha sido refutada con anterioridad, tanto por las Escrituras, como por la lógica, no deja de llamar la atención esta parábola.
Consideremos entonces, ¿de qué está hablando esta parábola?
Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. (Mateo 25:1-13)
Diez vírgenes.
Un detalle muy importante a considerar es que, esta parábola se pronuncia en el contexto de una boda, y no una boda de nuestro tiempo, sino de aquel momento. Por lo que estas diez vírgenes, no significan que son ‘candidatas a esposa’ del novio, sino que vienen a ser una especie comité de bienvenida. Escribe Craig L. Blomberg: “Las imágenes de la parábola reflejan con precisión las costumbres típicas de las festividades nupciales palestinas del siglo I. Una procesión de bienvenida acompaña a la pareja de recién casados desde la casa de la novia a un gran banquete en la casa del novio, en algún momento no especificado después de que se hayan intercambiado las nupcias legales. Las antorchas iluminan el camino en la oscuridad, por lo que todas las damas de honor deben tomar suficiente aceite para mantenerlas encendidas durante el tiempo que sea necesario. Los dos grupos de mujeres se describen exactamente iguales en todo excepto en sus preparativos.”[1]
Dicho esto, nos queda más claro el panorama que la parábola nos está ofreciendo. Usualmente se ha acostumbrado a pensar que estas vírgenes tienen una relación directa con el novio. Leon Morris, escribe: “El novio y su grupo se dirigieron a la casa de la novia o a algún otro lugar; hay un registro de una boda en la que dos partes, una del novio y sus amigos y la otra de la novia y su gente, salieron a encontrarse en un lugar no especificado (1 Mac. 9: 37-39). Cuando los dos grupos se juntaron, tuvo lugar la boda. Después de esto había una procesión, generalmente a la casa del novio, donde se realizaba un banquete que podía durar varios días. Las procesiones a menudo tenían lugar de noche, cuando las antorchas creaban una exhibición espectacular. Claramente, esto se presupone en la parábola de Jesús. Las diez chicas participaron en salir al encuentro del novio, lo que hace parecer que pertenecían a la fiesta de la novia. Entonces habrían tenido su lugar en la procesión hacia la casa del novio para la fiesta.”[2]
Una consideración importante, es que estas diez vírgenes formaban parte del mismo grupo. Ahora, la división que se hace entre insensatas y sabias, es para fines pedagógicos, que veremos más adelante.
El aceite.
Es muy cierto que, en las Escrituras, se utiliza la figura del aceite para referirse a la obra del Espíritu, como podemos leer en Isaías 61:1, Hechos 10:38, pero en esta parábola no se puede alegorizar o hacer referencia, debido a que la gracia, fe o el Espíritu Santo no se pueden comprar: “Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas”.
¿Entonces, qué nos está diciendo el Señor a través de esta parábola?
De modo que esta parábola, nos habla sobre la vida de discípulo, quien debe vivir constantemente a la luz del regreso de Jesucristo. “Jesús está enseñando la importancia de la vigilancia, sin entrar en todas las posibilidades en la vida del creyente. Y en el sentido de estar preparado para la venida de Cristo, estar preparado no es algo que se pueda compartir o transmitir. Es un asunto individual”[3]. Sabiendo que Jesús regresará, el creyente no puede vivir adormecido en los laureles de este mundo o enredado en los negocios de esta vida; sino que debe estar viviendo cada día con la esperanza de que Jesús regresará, aunque parezca que Él tarda.
[1] Blomberg, C. L. (1992). Matthew, Volume 22: An Exegetical and Theological Exposition of Holy Scripture. Holman Reference.
[2] Morris, L. (1992). Pillar New Testament Commentary: The Gospel According to Matthew. Apollos.
[3] Ibid