¿Dudas de que Dios escuche tu oración? ¿Dudas de que Dios te ame? ¿Dudas de que las promesas en Cristo son reales para tu vida? Si has pasado alguna vez por esa etapa, sabes lo desesperante que es esta lucha. Algunas voces te dicen, que estás en pecado y que por eso te encuentras en tal situación; otros dicen que es el diablo que está atacando tu vida y tienes que reprenderlo.
Crisis. Dudas. Incertidumbre. Son momentos en los que junto al salmista decimos: ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, con tristezas en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí? (Salmos 13:1-2).
Antes de seguir, quiero ofrecer descanso a tu alma y decirte: es normal, que existan momentos así en la vida cristiana. No sabes hacia donde ir, no sabes que hacer, no sabes que decir. Los pecados han sido confesados al Señor. Caminas en la justicia de Cristo, pero parece que el cielo ha desplegado una cortina de titanio y que el Señor está muy lejos de ti.
Charles Spurgeon escribió en un artículo titulado ” Los desmayos del ministro”[1], que incluso los creyentes más fuertes pueden enfrentar temporadas de depresión, ser despojados del gozo que trae la fe, incluso haciendo referencia a las luchas de Lutero: “Los fuertes no siempre son vigorosos, los sabios no siempre dispuestos, los valientes no siempre valientes, y los alegres no siempre felices … La vida de Lutero podría bastar para dar mil ejemplos, y él no era de ninguna manera del tipo más débil … Su mismo lecho de muerte no estuvo libre de tempestades, y él sollozó hasta su último sueño como un gran niño cansado “.
Y aunque muestra esta realidad, escribe Spurgeon al final de su artículo: “La lección de sabiduría es: no te desanimes por la angustia del alma … No deseches tu confianza, porque tiene gran recompensa. Incluso si el pie del enemigo está en tu cuello, espera levantarte y derrocarlo. Echa la carga del presente, junto con el pecado del pasado y el temor del futuro, sobre el Señor, que no abandona a sus santos“.
Pasar por estas temporadas, es normal, sólo clama al Señor: ¿Estás ahí? Aquí estoy yo, Señor. Y muy recomendable que hables con algún hermano maduro en la fe para que te ayude(a).
Por otro lado, cuando encuentres a un hermano en la fe, no satanicemos lo que está pasando, no supongamos, más bien escuchemos y consideremos el consejo de Pablo: animaos unos a otros, y edificaos unos a otros (1 Tesalonicenses 5:11b). En esta época, llamada ‘post-COVID19’, los casos de depresión han incrementado considerablemente, incluso la tasa de intentos de suicidios ha crecido en proporción a años anteriores*, la incertidumbre, la crisis financiera, el duelo, y muchas cosas más han traído zozobra, angustia y temor a las personas. Y entre ellos, a muchos hermanos en la fe. No es tiempo de señalarlos como ‘pecadores’, sino de recordarles el glorioso evangelio de Cristo a través del servicio, en ferviente oración, amor desinteresado y ayuda oportuna.
¿Dios estás ahí? Él ha dicho: Nunca te dejare ni te desamparare (Heb. 13:5b)
[1] https://www.the-highway.com/articleSept99.html
(a) Dependiendo del caso, será necesario también buscar ayuda profesional. En caso de tratarse, de alguna especie de trastorno relacionado a la salud mental.
(*) Según estadísticas locales.