- “Dios cree en ésta congregación”
- “Dios cree en éstos jóvenes”
- “Dios cree en éste liderazgo”
- “Sigue adelante, Dios cree en ti”
Son frases que hemos escuchado más de alguna vez, el punto esencial de éstas u otras frases es: “Dios cree en un conjunto de individuos o alguien en específico”. Pero ¿será cierto que Dios cree en nosotros?
Los fundamentos de la frase: “Dios cree en ti”:
- Una mala exégesis: El fundamento de ésta frase y otras, es una mala interpretación de las Escrituras. Dicha interpretación, tiene como eje central el bienestar del hombre y no la gloria de Dios. La atención está dirigida al hombre y no a Dios. Muchos dicen: “Dios creyó en Josué, por eso lo eligió para guiar al pueblo de Israel”, ¿de donde sacan tal conclusión?. Las Escrituras claramente enseñan que Dios “nos escogió en Cristo según el beneplácito de Su voluntad”. Dicho de otro modo, Dios levantó a Josué y a otros líderes porque así lo quiso. Y seguirá haciendo lo que Él quiera (Ver. Sal. 115:3)
- El sentimentalismo radical: Otra columna esencial de éste tipo de pensamiento, es un sentimentalismo radical. Queremos hacer ver a Dios como un tipo todo-cariñoso que depende de nuestras acciones y como consecuencia que dependa de nuestro afecto.
Es cierto, Dios ama a su Pueblo, pero Él sigue siendo Dios, el Creador y el Sustentador del Universo. Sin embargo dicho sentimentalismo, hace ver las cosas de otro modo.
La clara e inamovible objeción.
Dios no cree en ti, ni en nadie: Dado que ésta frase parte de una mala interpretación y de un sentimentalismo radical, podemos decir con toda certeza que DIOS NO CREE EN TI.
Dice el Señor en su Palabra:
“¿A quién me asemejaréis, me igualaréis o me compararéis para que seamos semejantes?” (Isaías 46:5)
No nos damos cuenta que cuando decimos o creemos cosas como esas, estamos rebajando la gloria del Señor. ¿Quiénes somos nosotros para atribuirnos tal derecho de que el Señor de los cielos, el Dios Todopoderoso crea en nosotros?
Y entonces si Dios no cree en mi ¿cuál debería ser mi motivación en medio de los problemas o en mi labor en la obra de Dios? Nuestra mayor motivación, es Cristo. El tomó nuestro lugar, no porque creyera en nosotros sino porque nadie más podía salvarnos, y al Padre le plació enviar a su amado Hijo en rescate de pecadores.
Así que cuando nos sentimos atribulados o cargados, no pensemos en que debemos continuar porque hay un Dios que crea en nosotros, sino más bien debemos pensar en que Dios en Cristo nos ha dado fortaleza y gracia para glorificar y exaltar Su Nombre.