Quién escribe, nació en el año ochenta y seis, y hay muchas cosas en esta época que me sorprenden en un sentido positivo, pero hay muchas más que pueden horrorizarnos. La superficialidad, es una de esas cosas, que si bien es cierto, parece no hacer ningún daño, pero con el paso del tiempo nos damos cuenta cuán peligrosa es.
¿Dónde inició esta era de superficialidad?
Todo empezó en el jardín del Edén, con la primera pareja que Dios creó (Génesis 2-3). Cuando Adán y Eva sucumbieron ante la oferta de Satanás todo fue radicalmente trastornado por el pecado. Pero consideremos la oferta de la serpiente:
1) “Seréis como dioses”: Parecía algo interesante, ser como Dios, saber lo que Él sabe.
2) “No moriréis”: ¡Wow! La serpiente le dijo a Eva, algo que ella no había considerado antes: Dios los estaba engañando.
Cuánto engaño por parte de Satanás, aparentemente les ofreció lo mejor de lo mejor, sin embargo los resultados fueron nefastos. La primera pareja, fue engañada con algo superficial. Muchos años después, Satanás sigue haciendo lo mismo, engañando con grandes promesas. Ofreciendo lo malo como bueno o no tan malo después de todo. Las pequeñas cosas -nos dicen- no pueden hacer tanto daño.
En mi playlist: Redimidos y Bad Bunny
El tema de la música, es uno de los cuáles nunca se llega a un acuerdo, si descartamos los principios bíblicos. Y ésta área, nos ayuda a ver si hemos sido influenciados por la superficialidad. Creo que de quienes leerán este pequeño escrito, solamente un 5% no sabe quién es Bad Bunny, y un 80% o más, habrán escuchado alguna de sus canciones. Como cristianos, uno de nuestros principios esenciales, es que no podemos participar en cualquier actividad que no glorifique a Dios. Y eso incluye lo que escuchamos.
Pero posiblemente en nuestra “playlist” tenemos música de Bad Bunny, Redimidos, entre otros. ¿Qué demuestra esto tan insignificante? Que estamos viviendo superficialmente. Que en algunas áreas de nuestra vida, hemos tomado las vanas ofertas que nos hace el mundo.
Alguien podría objetar: “vamos, es solo música, y tienen buen ritmo”. Pues lo de “buen ritmo”, es algo que en algunos casos no podría debatir, pero en cuanto a que “solo es música” hay mucho que decir.
La música refleja lo que hay en nuestro corazón.
Sí, lo que oímos o cantamos dice mucho de lo que hay en nosotros. Y si pones cuidado toda la música secular deja plasmada una idea: tú eres el centro de todo. Tus sentimientos, tus pensamientos, tu ex-pareja, tu trabajo, tu mundo, tu abstracciones, tu imaginación, tus movimientos, tus zapatos, tu escritorio, etc.
Todo se trata de ti. Tú vienes a ser un dios y debes ser complacido. ¿Parece una perspectiva horrible y fatalista? No, de ninguna forma, esa es la realidad. Entonces, si cantamos o escuchamos, música secular de NINGUNA forma estamos glorificando a Dios sino que nos glorificamos a nosotros mismos.
Por ejemplo ¿de qué forma es glorificado Dios, cuando cantas o escuchas esto?“$#!#$#$ ya no te quedan balas! Chambea, jala ” (Chambea, Bad Bunny) Podría incluir una extensa lista de ejemplos, pero no es ese el fin.
Amigos, la música secular aunque creas que “expresa” tus sentimientos, no glorifica a Dios.
“Redimidos” no es el remedio.
Algunos queremos tapar el sol con dos dedos, y volviendo al ejemplo de la playlist. ¿Te has dado cuenta que por dos canciones seculares, tenemos una de cierto grupo cristiano? ¿Para qué? ¿Acaso para callar la conciencia? ¿Para sentir que después de todo, somos buenos cristianos? ¿Por gustos musicales?
Podrás tener una playlist muy surtida, entre música secular y cristiana. Pero el problema seguirá ahí, el problema es el corazón que ha cobijado una religión superficial.
Jesucristo dijo: “Porque de la abundancia del corazón habla la boca.” Como podrás ver el problema no es en sí lo que hablamos, sino de lo que abunda en nuestro corazón. La superficialidad silenciosamente hace estragos.
Vivimos en el mundo, pero no somos del mundo.
El mundo está lleno de superficialidad solo observa a tu alrededor. Nada es auténtico ¿por qué? Porque viven lejos de la voluntad de Dios. Ellos viven para sus propios deseos engañosos. Y nosotros como cristianos estamos en este mundo, lleno de maldad y superficialidad. Pero no debemos dejarnos influenciar por todo esto. No podemos quedarnos de brazos cruzados. No podemos simplemente dejar que la corriente nos lleve.
Tenemos un ideal aún más alto y sublime por el cual vivir, algo más profundo y hermoso: Glorificar a Dios y disfrutar de Él. Es necesario evaluar nuestra vida.