En los últimos años, hemos sido testigos de muchos eventos naturales como terremotos, huracanes, altas o muy bajas temperaturas, etc. De igual manera, hemos visto el aumento de la maldad en el mundo. Ante este cuadro, una idea surge con mucha fuerza: Cristo viene.
Esta conclusión se deriva de Mateo 24. Pero no quiero centrar este post en ese asunto sino en un asunto relativamente más silencioso pero muy significativo.
¿Cuál es una de esas claras señales previas al regreso de Cristo?
“no pierdan la cabeza ni se alarmen por ciertas profecías, ni por mensajes orales o escritos supuestamente nuestros, que digan: «¡Ya llegó el día del Señor! “No se dejen engañar de ninguna manera, porque primero tiene que llegar la rebelión contra Dios y manifestarse el hombre de maldad, el destructor por naturaleza” (2 Tesalonicenses 2:3)
Esta señal es: la apostasía.
La palabra apostasía significa rebelión o rechazo y en ese sentido se aplica como rebelarse ante Dios. Es importante notar que el apóstol Pablo dice “primero”, dando a entender que esta rebelión a Dios es un hecho que se dará en los postreros tiempos.
En los escritos antiguos, una rebelión (apostasia) podría entenderse en contra de cualquier tipo de autoridad establecida, ya sea política (1 Esdr. 2:21; Josefo, Vita 43 [10]) o religiosa y contra Dios (Jos. 22:22; 2 Cr. 29:19; 33:19; 1 Macc. 2:15). En el NT frecuentemente aparece con este segundo sentido de “apostasía” (Hechos 21:21; 1 Tim. 4:1; cf. la forma verbal en Heb. 3:12), y este es el pensamiento más probable aquí. En el versículo actual, como en 1 Timoteo 4:1, Pablo explica que alguna forma de “rebelión” es un signo de los últimos tiempos. Del mismo modo, parte de la expectativa escatológica judía era que antes del final habría apostasía contra Dios (1 Enoc 93:9; 90:26; 4 Esdras 5:1–13; 2 Bar. 41:3; 42:4), una perspectiva que aparece nuevamente en la enseñanza de Jesús (Mateo 24:11–13). Es poco probable que el apóstol tenga en mente la rebelión del pueblo judío contra el evangelio (cf. 1 Tes. 2:14–16) ya que el término en sí mismo implica que una persona alguna vez participó en algo y luego se separó o apostató. Tanto Jesús como Pablo indican que los cristianos pueden anticipar a los desertores de la fe antes del fin (Mateo 24.11–24; 1 Tim. 4.1). Debemos reconocer que ante la gran persecución que la iglesia sufrió en el primer siglo y las tentaciones su vida anterior se presentó, no pocas personas abandonaron la fe, y su apostasía se convirtió en un paradigma de lo que se esperaba en los últimos tiempos (ver 1 Tes. 3:5). La esperanza del apóstol es que la iglesia en Tesalónica de ninguna manera participaría en la apostasía (vv. 13-15). [1]
G. K. Beale, señala que:
“La apostasía no ocurrirá principalmente en el mundo no cristiano, sino dentro de la comunidad del pacto, como queda claro por cuatro observaciones. (1) Una “caída” supone una especie de vuelta previa a Dios. (2) Esto es consistente con el uso de apostasia mencionado anteriormente en el Antiguo Testamento. (3) También es consistente con el contexto inmediato de engaño dentro de la iglesia. (4) Está respaldado por el paralelo verbal más cercano a este pasaje, a saber, Martirio de Isaías 2: 4–5, donde “el ángel de la iniquidad” faculta al malvado Manasés “para causar apostasía [apostasia] y en la anarquía [anomia ] que se difundió en Jerusalén “, es decir, entre el pueblo de Dios.” [2]
La rebelión o el rechazo a Dios no será en los que están en el mundo, sino en aquellos que dicen conocer a Dios. Son aquellos que han conocido de Dios y su obra, pero no han conocido a Dios verdaderamente.
Pero ¿de dónde procede esta apostasía? El Señor nos ayuda a entender la fuente de esta rebelión:
Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (1 Tim. 4:1)
La causa de la apostasía, ciertamente es que estás personas no han sido verdaderamente regeneradas y por lo tanto abandonan la fe, es decir la creencia y confianza en las sanas palabras de Jesucristo. Y en vez de eso prefieren prestar atención a doctrinas falsas.
La doctrina falsa incita a la apostasía en aquellos corazones que nunca han conocido al Señor.
En todas las épocas hemos visto que muchas personas han abandonado al Señor, pero actualmente vemos que muchos se regocijan en su rebelión. En el peor de los casos, niegan que esta rebelión sea tan mala sino que es “otra forma” de conocer al Señor.
El Señor viene pronto. Y seguiremos viendo -lamentablemente- a muchos abandonar la sana doctrina y buscando refugio en las falsas enseñanzas, tales como el movimiento de la palabra de fe, la reforma apostólica y profética, y otros movimientos que abiertamente profesan herejías.
Por lo tanto, velemos y oremos para que el Señor nos de su gracia para terminar esta carrera. Son tiempos peligrosos, pero confiemos en el Señor.
[1] Green, G. L. (2002). The letters to the Thessalonians. The Pillar New Testament commentary (307). Grand Rapids, Mich.; Leicester, England: W.B. Eerdmans Pub.; Apollos.
[2] Beale, G. K. (200). 1-2 Thessalonians. The IVP New Testament commentary series (204). Downers Grove, Ill.: InterVarsity Pres