El salmista escribió: “Lámpara es a mi pies tu palabra y lumbrera a mi camino“. Es evidente, que las Escrituras ocupan un lugar prominente en la vida de los cristianos, ya que ellas no sólo nos hablan sobre lo que ha sucedido y lo que ha de suceder, sino que sobretodo nos hablan sobre el Dios que nos ha creado y redimido. Estudiar las Escrituras es muy importante, ya que nos permite conocer y hacer la voluntad del Señor.
A pesar de la importancia y la urgencia de estudiar las Escrituras, es posible que hayan actitudes que nos impidan aprovechar nuestro estudio bíblico.
Falta de humildad: Si, aunque esto suene ya muy trillado, no obstante la falta de humildad, suele ser la actitud que más problemas nos puede traer a la hora de estudiar las Escrituras. No ser humildes, nos puede afectar en dos sentidos: a) creer que nuestras suposiciones, juicios de valor u opiniones están sobre las Escrituras. Como Adolf Schlatter señaló hace décadas, debemos estar “por debajo” de las Escrituras en lugar de afirmar arrogantemente nuestro derecho a criticar las Escrituras a la luz de nuestras presuposiciones y preferencias modernas o posmodernas. Por otro lado, creer que nuestros descubrimientos durante nuestras horas de estudio bíblico son incuestionables y los mejores que han existido. Esto tiende a ser frecuente en aquellos que van comenzando, y que interactúan poco con otros autores cristianos. Hay que entender, que tras nosotros hay una nube de cristianos que estudiaron las Escrituras y que muy posiblemente llegaremos a las mismas conclusiones sobre algunos temas. Debemos reconocer la gracia del Señor durante la historia, en levantar hombres y mujeres, que han aportado a un mejor entendimiento de las Escrituras.
Falta de oración y sumisión al Señor: Las Escrituras o la Biblia, es una colección de escritos que poseen diferentes géneros literarios. A pesar de que la Biblia es un libro en el sentido técnico, también es cierto que es un libro inspirado por el Señor. Por lo tanto, nuestro acercamiento a las Escrituras no sólo debe ser meramente técnico sino también espiritual. Pero la realidad es que, muchas veces nos acercamos a la Biblia de manera frívola y sin reverencia, como si nos acercáramos a cualquier libro de historia. Esto, ha llevado a que las verdades de las Escrituras no pasen de nuestra mente y no calen nuestras emociones (por decirlo de alguna manera). Si revisamos la historia del cristianismo, la mayoría de teólogos y autores, se acercaban a las Escrituras con devoción, sabiendo que el Señor podía hablar a sus vidas a través de ellas.
Ambición intelectual sin fruto. Lo anterior, nos lleva a esto, y es que, muchos están buscando “dominar” todo en cuanto a las Escrituras pero sus vidas carecen de la fortaleza, paz, sabiduría y entendimiento del Señor. Quieren aprender de esto y aquello, sobre Pablo, Jesús, Juan, Éfesos, Filipos, etc., pero no hay meditación, no hay devoción, no hay fruto. Haría bien hacer una pausa. Es recomendable dedicar cierto tiempo a un libro o carta en especial, y estudiarlo de manera tranquila, sin prisa y reteniendo el consejo del Señor.
Habrían muchas más actitudes erradas, pero estas son con las cuales hace tiempo tuve que lidiar -y lidio en cierto grado aún hoy en día. Que el Señor nos ayude a disfrutar su palabra y crezcamos no sólo en conocimiento sino también en gracia.